Por Jonathan Farías Carrillo Cuando cayó la macana al piso el sonido que detonó fue como una bomba, un fuerte trueno metálico retumbó en toda la plaza dejando a todos boquiabiertos y sorprendidos. ¡No mames se cayó la macana de Xicohténcatl! escuché que alguien gritó, varios chiflidos lo siguieron, unos instantes después la plaza estaba vacía, toda la banda que ahí bebía huyó para diferentes lados, yo me lancé por arriba, hacia el Ex Convento de San Francisco, de ahí me bajé por la calle del vecino para luego lanzarme por la Guerrero corriendo hasta San Hipólito, ahí, acordamos en pleno escape, nos reuniríamos para ver que proseguía.